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El Real Jardín Botánico en Madrid

Se muestra como un museo, donde sus exposiciones vivas van cambiando a lo largo del año, haciendo de este gran espacio único en su clase en España, se trata del Real Jardín Botánico de Madrid.

Con una ubicación privilegiada frente al museo de El Prado, el Real Jardín Botánico cuenta con un espacio de 75,000 m2, conteniendo aproximadamente 5,000 especies diferentes de árboles y plantas de todo el mundo.

El Real Jardín Botánico fue fundado en 1775, principalmente para exhibir plantas de todo el imperio español y su misión siempre ha sido promover las ciencias botánicas. Se funda por orden del rey Fernando VI en el Soto de Migas Calientes, cerca del río Manzanares. Ya para el 1781, Carlos III ordenó el traslado a su ubicación actual, al Paseo del Prado, junto al Museo de Ciencias Naturales que se estaba construyendo en ese momento (actualmente Museo del Prado), en Madrid.

Para el año 1939, el Real Jardín Botánico pasa a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En 1942 es declarado Jardín Artístico y en 1947 Monumento Nacional. Sin embargo, siguen décadas de grandes retos que lo llevaron al abandono. Luego llegó el cierre en el año 1974 con el fin de restaurarlo, devolviéndole su estilo original. Las obras se llevaron a cabo entre 1980 y 1981, encargándose el arquitecto Antonio Fernández Alba de la remodelación del pabellón, y el arquitecto Guillermo Sánchez Gil, junto al paisajista Leandro Silva Delgado, de devolver a los jardines su trazado original en niveles aterrazados.

Actualmente, se exhiben no solo plantas de España, sino también de América y del Pacífico, además de plantas europeas. Las plantas vivas expuestas al público se disponen en cuatro terrazas, aprovechando el desnivel del terreno. Además, durante el recorrido por sus terrazas se puede observar una serie de esculturas, fuentes y estanques que completan y hacen de este espacio uno verdaderamente hermoso y relajante.

La Terraza de los Cuadros está situada más abajo y es la más espaciosa de todas. En ella se encuentran las colecciones de plantas ornamentales, donde una gran variedad de hermosas Dahlias son las protagonistas.
 
El recorrido por esta terraza continúa en los rosales antiguos, y plantas aromáticas, ubicadas dentro de los cuadros geométricos formados con setos de boj que rodean pequeñas fuentes en el eje central de los cuadros.
La colección de huerta y frutales, merece detenerse y contemplar la variedad cultivada. Dependiendo de la época del año y según el ciclo de cada especie, se podrán observar en sus distintas fases. Como dato importante, no se recolectan sus partes comestibles para poder permitir la exhibición de toda la planta. Además, en este huerto no se utilizan productos tóxicos para el control de las plagas. Si no que, se utilizan métodos menos agresivos que permiten mantener la biodiversidad de insectos beneficiosos al Jardín.
Al atravesar desde esta terraza a la segunda, se encuentra el Paseo Bajo de Gómez Ortega y una serie de estatuas de botánicos ilustres que le imparten belleza y conocimiento al recorrido por este paseo.
La segunda terraza que encontramos se llama la Terraza de las Escuelas Botánicas que es un poco más pequeña que la anterior. En esta terraza se muestra la colección taxonómica de plantas, es decir, que se agrupan ordenadamente, según su parentesco. Aquí se puede hacer un recorrido por el reino vegetal desde las plantas más primitivas a las más evolucionadas. En el plano central de esta terraza podemos encontrar la estatua de Carlos III, creador del Real Jardín Botánico.

La Terraza del Plano de la Flor es la terraza más elevada y un poco más reducida, contando con un estilo romántico. Está dividida en veinticinco figuras o arriates curvilíneos, limitados por setos de durillo, cuatro glorietas y una glorieta central con un estanque y un busto de Carlos Linneo. Su gran variedad de árboles y arbustos están plantados sin orden aparente. En el límite este de la Terraza del Plano de la Flor se sitúa el Pabellón Villanueva, edificado en 1781 como invernáculo, y que actualmente se utiliza como galería de exposiciones temporales.

Durante el verano de 1786 se instaló una pérgola de hierro forjado que discurre por ambos lados del Pabellón Villanueva, con algo más de 300 metros de longitud. En la restauración de 1979-1981 se recuperó parte de su diseño original.

El Real Jardín Botánico comparte al visitante a través de sus invernaderos, la oportunidad de conocer una variedad de plantas provenientes de zonas climáticas muy diversas. Así se encuentra el invernadero Santiago Castroviejo Bolibar, distribuido en tres secciones desértica, subtropical y tropical. Aquí se emplean las condiciones apropiadas de luz, humedad y temperatura para el desarrollo de estas plantas.

La Terraza alta o de los Laureles fue añadida como ampliación del Jardín en 2005. Su tamaño es mucho más reducido comparado con las terrazas anteriores y está ubicada detrás del Pabellón Villanueva. La terraza está diseñada por el paisajista Fernando Caruncho. Se destinó a albergar colecciones especiales, como la colección de Bonsáis donada por el expresidente español Felipe González. Es impresionante la cantidad tan hermosa y diversa que cuenta esta colección de Bonsáis, presentados en este escenario tan apropiado.

Es en la Terraza de los Bonsáis donde se ubica en el estanque oval, donde se encuentra la colección de nenúfares que le ha dado un prestigio muy particular al Real Jardín Botánico. Una selección de 22 ejemplares de distintos países, fruto de la donación de Tomás Escribano, un experto en el cultivo de esas bellas y exóticas plantas.

Entre las colecciones científicas del Real Jardín Botánico hay que resaltar su herbario, que es el más importante de España, al reunir cerca de un millón de pliegos, algunos del siglo XVIII. El pliego se refiere al papel doblado que se utiliza para conservar aquellas plantas secas que han sido prensadas y etiquetadas. Entre sus herbarios se encuentran las plantas recolectadas en las expediciones científicas realizadas durante los siglos XVIII y XIX e incluyen los herbarios americanos y los herbarios filipinos. Y, desde su fundación el Jardín Botánico mantiene un intercambio de semillas con otras instituciones de todo el mundo.

La biblioteca del Real Jardín Botánico se formó al mismo tiempo que el jardín se acrecentaba. En 1781 tenía unas 151 obras de las cuales 83 eran de Botánica, 19 de Historia Natural y 49 de Química; en 1787 se acercan al millar de obras; en 1801 son ya unas 1,500; sumándose más tarde otros escritos importantes.

En cuanto al archivo, desde el año 1775, guarda toda la gran documentación generada por el propio Jardín, más la que se ha ido agregando, por depósito o donación, de las distintas expediciones botánicas de los siglos XVIII y XIX. Actualmente la biblioteca consta de unos 30,000 libros de todo lo relacionado con la Botánica, 2,075 títulos de publicaciones periódicas, unos 26,000 folletos o tiradas aparte, 3,000 títulos en microfichas, 2,500 mapas.

En cualquier época del año, visitar el Real Jardín Botánico es una delicia. Observar la diversidad de su flora, los colores y olores que cada una de ellas nos brindan lo convierten en ese museo vivo, donde sus obras se transforman cada día y cada noche.

 


Fuentes consultadas:

  • https://es.wikipedia.org/wiki/Real_Jard%C3%ADn_Bot%C3%A1nico_de_Madrid
  • https://www.disfrutamadrid.com/real-jardin-botanico
  • https://www.esmadrid.com/informacion-turistica/real-jardin-botanico