No hay un símbolo que más identifique a París que su Torre Eiffel y somos muchos los que desde pequeños la conocimos a través de libros, de los muñequitos animados o de películas. Así es que se nos convierte en la estructura que algún día deseamos conocer, observar y tocar en persona.
Desde que comenzamos nuestro trayecto la Torre Eiffel se nos iba asomando en el camino, como diciéndonos, sigan que aquí los espero. Fuimos llegando a ella, poco a poco y cada vez se acercaba más y más. Esta torre fue la estructura más elevada del mundo durante 41 años y es la estructura más alta de París. Cuenta con una altura actual de 330 metros, gracias a que el 15 de marzo de 2022 se sustituyó la antena de radio, aumentando su altura por seis metros.
La Torre Eiffel es una estructura de hierro pudelado, un proceso antiguo metalúrgico utilizado para afinar la fundición de hierro, desarrollado a partir de finales del siglo XVIII en Gran Bretaña. El hierro pudelado o hierro forjado de esta estructura pesa 7,300 toneladas, y con el añadido de ascensores, tiendas y antenas, han llevado el peso total de la construcción, hasta aproximadamente las 10,100 toneladas.
Con su configuración que nos recuerda a una letra «A» mayúscula, su diseño era todo lo opuesto a lo que era una edificación sólida tradicional. La torre fue diseñada inicialmente por los ingenieros civiles Maurice Koechlin y Émile Nouguier y construida, tras el rediseño estético de Stephen Sauvestre, por el ingeniero civil francés Alexandre Gustave Eiffel y sus colaboradores para la Exposición Universal de 1889 en París.
Su construcción se prolongó por dos años, dos meses y cinco días y en ella trabajaron 250 obreros. En su momento generó cierta controversia entre los artistas de la época, que la veían como un monstruo de hierro. Tras finalizar su función como parte de las Exposiciones Universales de 1889 y 1900, fue utilizada en pruebas del ejército francés con antenas de comunicación, y hoy en día sirve, además de atractivo turístico, como emisora de programas radiofónicos y televisivos.
Fueron muchos los que se sorprendieron de la forma atrevida en la que se construyó la torre. Y hasta Eiffel fue acusado de tratar de crear un elemento artístico sin tener en cuenta los principios de la ingeniería. Sin embargo, Eiffel y su equipo, que fueron constructores experimentados de puentes, tomaron muy en cuenta la importancia de las fuerzas del viento, y sabían que si iban a construir la estructura más alta del mundo, tenían que estar seguros de que podría soportarlo. Así lo hicieron y el tiempo ha reafirmado el acierto de toda la ingeniería bien empleada en la construcción de la torre. De hecho, la Torre Eiffel tiene una oscilación de hasta unos 9 centímetros por efecto del viento.
Los únicos elementos no estructurales de la Torre Eiffel son los cuatro arcos de celosía, añadidos por motivos estéticos en los apoyos de la torre. Aunque, cuando se aprecian de cerca las celosías, nos dan cierta sensación de caos.
La Torre Eiffel está pintada en tres tonos, con el más claro en la parte superior y haciéndose progresivamente más oscura hacia abajo. Claro, el efecto del color dependerá de la hora del día que se observe y si está o no nublado. Originalmente era de color marrón rojizo, pero en el 1968, se cambió a un color bronce conocido como «Marrón Torre Eiffel”. El mantenimiento de la torre incluye la aplicación de 60 toneladas de pintura cada siete años para evitar que se oxide. Hasta el año 2016, ha sido pintada por completo al menos 19 veces desde que fue construida. Se aplicaron pinturas al plomo hasta el 2001, cuando la práctica se interrumpió por motivos medioambientales.
Los ascensores son un elemento sumamente importante en la construcción de la Torre Eiffel por razones obvias. Actualmente, cuenta con un total de siete elevadores: cinco entre la calle y el segundo nivel; y otros dos entre el segundo nivel y el tercero. A lo largo de la historia de la Torre Eiffel, los ascensores han sido modificados en varias ocasiones para brindar mayor seguridad y aumentar su capacidad. La torre contó con cinco ascensores hidráulicos, en 1889, cuando se inauguró.
Una vez se llega al nivel más alto de la Torre Eiffel, cuesta imaginar la altura en la que uno se encuentra y las vistas panorámicas de la ciudad de París que se pueden disfrutar son insuperables.
Además, la copa de champán no puede faltar para celebrar esta gran experiencia. Y hasta se puede observar una reconstrucción del despacho de Gustave Eiffel (junto a Tomas A Edison) desde el nivel superior.
Desde que se inauguró en 1889, la Torre Eiffel ya contaba en la primera planta con tres restaurantes y un bar anglo-francés. Hasta 1900, se alumbraban con luces de gas. Actualmente, representa la excelencia gastronómica francesa, contando con varios restaurantes de alta calidad.
Fuentes consultadas:
https://es.wikipedia.org/wiki/Torre_Eiffel
https://www.paris.es/torre-eiffel
https://es.parisinfo.com/museo-monumento-paris/71062/La-tour-Eiffel