Es difícil pensar que lo que conocemos hoy del Patio de las Doncellas en el Real Alcázar de Sevilla, estuvo, en parte, enterrado bajo un pavimento de mármol. Los arriates (recuadro acotado en un jardín o patio donde hay flores plantadas) y la alberca (estanque) fueron descubiertos en unos estudios arqueológicos en 2002. Gracias a estos hallazgos, salieron a la luz las estructuras del antiguo jardín mudéjar, lo que significó un hecho de suma relevancia para la historia de la arqueología medieval española.
El Patio de las Doncellas es una pieza cuadrangular, circundado por cuatro galerías; dos de siete y dos de cinco arcos. Los laterales de estos arriates están decorados con arcos de medio punto entrelazados y separados por columnas de mármol, que sustituyeron las originales de ladrillo. Los arcos lobulados están decorados con sebka y relieves en yeso, resultando estas ornamentaciones y la propia estructura en una gran obra de geometría y simetría.
En cuanto a la planta baja había algunas estancias que eran accesibles para los invitados, mientras que en la planta superior solamente había habitaciones privadas. La planta superior de este patio fue reformada entre 1540 y 1572. Desde el patio de las doncellas se puede acceder a tres salones del palacio, llamados el Salón del Dormitorio, de Carlos V y de los Embajadores que está equipado con elementos que muestran medallas y escudos imperiales.