La Villa d’Este se encuentra en el poblado de Tívoli en Italia. Para explicar cómo surge la Villa d’Este, debemos remontarnos al siglo IV, época donde el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio Romano. Una vez esto sucede, los obispos de Roma comenzaron ha adquirir una cantidad sustancial de propiedades alrededor de Roma (conocida como el Patrimonio de San Pedro) y lo que se conoce como Italia central. Eventualmente evolucionaron a los Estados Pontifícios e incluyeron las regiones de Lazio, Marche, Umbria y parte de Emilia-Romagna. El control de la Iglesia sobre estas áreas fue incuestionable.
En 1549, el Cardenal Ippolito II d’Este fue propuesto por el francés Henry II, para ser nombrado Papa y gobernante de los Estados Papales. El Cardenal d’Este era nieto del Papa Alejandro VI, jefe de la noble familia española de Borgia a través de Lucrezia Borgia. Aunque se esperaba que el Cardenal siguiera los pasos de su abuelo, fue convencido para apoyar al candidato propuesto por el Emperador de los Habsburgo, el español Carlos V.
Como recompensa por apoyar al eventual Papa Julio III, el Cardenal d’Este fue nombrado gobernador de por vida de Tívoli. Se le otorgó una residencia oficial que había sido un convento benedictino y construida sobre una villa romana. El Cardenal d’Este encargó de inmediato un ambicioso proyecto que incluía desviar el río Aniene para suministrar agua a la Villa.
El proyecto incluyó la expansión de la propiedad residencial, la creación de jardines y fuentes. El mármol y las estatuas de la Villa Adriana, fueron recuperados e incorporados a la villa del Cardenal. Sin embargo, el Cardenal d’Este no vería la culminación de esa gran transformación. Eventualmente, la familia d’Este completaría la mayor parte del trabajo de la Villa, que ha estado sujeto a muchos problemas, principalmente debido al costo de su mantenimiento. Además, durante la Segunda Guerra Mundial la estructura de la propiedad fue severamente afectada.
El estado italiano adquirió la Villa a principios del siglo XX y desde entonces ha estado restaurando y manteniendo la propiedad.
Una visita a la Villa d’Este comienza con el Palacio donde encontramos unas salas ricamente decoradas con frescos de diversos temas, ornamentaciones, detalles arquitectónicos y sus bóvedas recubiertas de mosaicos muy coloridos. Una vez se atraviesa el Palacio, podemos contemplar desde sus terrazas superiores, los jardínes y fuentes que poco a poco se van descubriendo a medida que se baja por los diferentes niveles empinados de caminos y escaleras. Debemos destacar que es importante estar en buena condición física, la subida de regreso puede ser muy retante para personas que tienen alguna condición de salud pulmonar o cardíaca.
La Villa d’Este como parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO es famosa por su jardín renacentista italiano y sus impresionantes fuentes. Las fuentes incluyen:
La Fuente del Órgano proporciona una experiencia de sonido impresionante. La maquinaria hidráulica de diseño francés de la década de 1570 ofreció música gregoriana por muchos años a la villa. A pesar de los grandes esfuerzos por restaurar a lo largo de los años el órgano, el mismo fue silenciado durante más de 200 años. En el 2003, la música del Renacimiento se escuchó nuevamente como resultado de un largo y delicado proyecto de restauración.