“Huerto eres cerrado, hermana mía, novia, huerto cerrado, fuente sellada. Tus brotes, un paraíso de granados, con frutos exquisitos: nardo y azafrán, con los mejores bálsamos.” (Cant. 4, 12). En el Claustro del Monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo, España, podemos encontrar un jardín con granados, arrayanes, ciprés, naranjo, y otras especies.
De planta cuadrada, el patio del claustro suele contar con un lugar en el centro donde se cruzan cuatro caminos. En este caso, en el centro se encuentra el pozo de agua.
Los jardines del claustro se dividen en cuatro partes, reflejo de las cuatro partes del mundo.
Los ventanales que se abren hacia el claustro le permite una iluminación muy especial al recinto. Observamos la piedra bellamente tallada, como si fuera filigrana y encontramos las tallas del escultor toledano Cecilio Béjar, quien también trabajó en la restauración de las imágenes de los santos que pueblan el claustro bajo, eso hasta 1967. Entre las tallas realizadas por Béjar se encuentran dragones, simios, aves fantásticas. Las gárgolas que encontramos tienen la función de aliviar las aguas recogidas del tejado, digamos que sirven de desagüe.
Los ventanales centrales que dan hacia el patio, encontramos águilas que sostienen escudos reales entre yugos y haces de flechas. Se usa la crestería, es decir, el calado que se utiliza como adorno y que podemos encontrar en la parte alta de un edificio o de un tejado. La crestería, bordea el tejado y lo oculta y el uso de los pináculos o agujas le dan mayor altura a la estructura desde el claustro.