Para tomar buenas fotos hay que estar dispuesto a moverse, treparse en un muro, subir a una torre y observar todo lo que está a nuestro alrededor, desde arriba hasta abajo.
Para nosotros el reto mayor fue tomar fotos que quedaran bien alineadas, derechitas y bien encuadradas. Llega un momento en que no sabes si el edificio es el que se encuadra o es la calle.
Hay casos y hay casos. Lo simplificamos buscando una línea que nos sirviera de guía para tomar una foto derechita, bien encuadrada como esta de parte de la fachada de la Iglesia de los Jesuitas en Toledo.
Movíamos el móvil hasta lograr encontrar ese punto en que visualmente sentíamos que la foto estaba bien alineada. Recuerda que siempre puedes utilizar el “cropping” para enderezarla.
Buscamos detalles interesantes en lo general, yeserías, pinturas murales, lámparas, etc. Y para lograrlo hubo que moverse, bajarse, tirarse al piso. Las imágenes que resultan al colocar el móvil en el suelo son espectaculares. Inclinas el móvil para lograr ángulos interesantes y únicos.
Prácticamente es convertirse en un trípode humano y casi en gimnastas, ¡literalmente! De pie, sujetábamos el móvil, subíamos los brazos y nos tirábamos hacia atrás.
Y poco a poco nos movíamos para encuadrar esa cúpula espectacular, esos techos hermosos, esos frescos increíbles. Claro, ya en la noche necesitábamos un buen masaje, pero bien valía la pena. Esas imágenes son nuestros recuerdos de un gran viaje.
Tomábamos de tres a cuatro fotos de la misma imagen para escoger al menos dos. Eliminábamos (delete) las demás de inmediato de la galería del móvil.
Así liberábamos espacio y teníamos justo las fotos que deseábamos conservar.
Definitivamente, hay que moverse y ser muy precisos a la hora de tomar fotos. ¿La satisfacción? La sonrisa que se nos dibuja en el rostro y la ilusión de regresar.