Una de las características históricas más importantes de la zona de Extremadura, en España, es su papel durante la época romana, especialmente por la presencia de sitios arqueológicos de gran importancia, como lo es la ciudad de Mérida, capital de la provincia de Lusitania en tiempos antiguos. Por ello, Mérida es famosa por su magnífico conjunto de monumentos romanos, que reflejan la importancia de Extremadura en la antigüedad como una provincia estratégica del Imperio Romano.
Entre los monumentos más emblemáticos que encontramos en nuestra visita a Mérida está el Templo de Diana, una de las maravillas arquitectónicas más destacadas de la antigua Roma en Mérida. Situado en el corazón del casco histórico, su estado de conservación lo convierte en un punto de referencia para los visitantes y un símbolo de la Mérida romana. Además, su proximidad a otras estructuras cívicas del foro, como el teatro y el anfiteatro, resalta su importancia en la vida social y religiosa de la ciudad.
Construido probablemente, en la primera mitad del siglo I d.C., el Templo de Diana es un magnífico ejemplo de la arquitectura romana clásica. Su fachada hexástila, – estilo típicamente utilizado en la fachada principal, especialmente en el pórtico de entrada en edificios de estilo clásico como templos griegos y romanos- presenta una fila de seis columnas de capiteles corintios ricamente decorados. Esta estructura con su carácter majestuoso refleja el poder y la riqueza de la civilización romana de esa época.
Este templo, aunque no se sabe con certeza a qué deidad estaba dedicado, probablemente fue consagrado al culto imperial. El templo romano era considerado la morada inviolable de la deidad, y solo los sacerdotes tenían acceso al santuario. El altar de mármol, ubicado en la entrada del templo, era el lugar donde se ofrecían los sacrificios. Además del altar, el interior del templo albergaba la estatua de la deidad, alrededor de la cual los sacerdotes depositaban las ofrendas. Diana, la diosa a la que se suele asociar este templo, era representada como una cazadora hábil, con un ciervo y armada con un arco y flechas, siendo la diosa protectora de los cazadores.
Eventualmente, la estructura del templo fue aprovechada para la construcción del Palacio de los Corbos. Se trata de un edificio renacentista mandado a construir a finales del siglo XV por Don Alonso Mexía, caballero de la Orden de Santiago sobre los restos del templo romano, como residencia palaciega. Hoy se conserva parte de la fachada principal y, del interior se conserva la arquería de un patio. Se levantó en dos niveles, aprovechando las columnas y capiteles romanos y visigodos. En 1972 el edificio fue expropiado con la intención de recuperar el templo romano antiguo, aunque, posteriormente, decidieron mantener parte del palacio por su valor patrimonial. La construcción del Palacio de los Corbos, popularmente conocido como “Casa de los Milagros”, facilitó que el Templo de Diana llegara a nuestros días en un estado de conservación excelente.
Nuestra visita a Mérida coincidió con la celebración del Día Internacional de la Danza, y el Templo de Diana fue utlizado como escenario de las academias de baile que se presentaron en esta gran celebración. Una actividad grandiosa que tanto locales, como turistas, disfrutamos plenamente sentados alrededor de este gran monumento romano. Definitivamente, una muestra de que los espacios antiguos hay que valorarlos y conservarlos para que estas generaciones y las futuras sigan disfrutándolos.
El reconocimiento del Templo de Diana como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993, formando parte del Conjunto Arqueológico de Mérida, refuerza su importancia cultural y la necesidad de preservarlo como un símbolo de la rica historia y patrimonio cultural de la región de Extremadura, España.