Como parte de la transformación urbanística propuesta por Napoleón III en París durante el Segundo Imperio, se construyó la Ópera Garnier, también conocida como Palacio Garnier u Ópera de París. El emperador tenía como fin que la nueva ópera fuera el símbolo del nuevo París.
Fue mediante una competencia en 1861, que el proyecto fue otorgado al joven arquitecto Charles Garnier (1825-1898), iniciando las obras en 1862. Un dato curioso que mencionan mucho es que se dice que la esposa de Napoleón III, la emperatriz Eugenia de Montijo, le preguntó a Garnier durante la construcción, si el edificio tendría estilo griego o romano, a lo cual el arquitecto respondió: “¡Es en estilo Napoleón III, señora!”. Aunque, muchos catalogan el estilo del Palacio Garnier, como Neobarroco, donde se une el barroco francés y el barroco italiano.
La construcción de la Ópera sufrió varios contratiempos. Desde encontrar aguas subterráneas durante las excavaciones, los estragos de la guerra franco-prusiana, la caída del Segundo Imperio Francés y la Comuna de París de 1870. Y no solo contó con estos contratiempos que retrasaron las obras, sino también con la amenaza de desaparecer. Y, como a veces sucede, una tragedia se convierte en la solución y la salvación de una situación. Así fue que surgió una oportunidad de finalizar las obras del Palacio Garnier, luego de destruirse en 1873, a causa de un fuego devastador, la antigua Ópera de París, conocida como el Teatro de la Academia Real de la Música. Este teatro había sido la sede de la ópera y ballet parisina desde 1821, en ella se habían presentado las más grandes piezas maestras, y fue la sede en donde llegó a su apogeo el ballet romántico.
La fachada del Palacio Garnier debe ser observada detenidamente desde lejos, y así apreciarla en detalle. Está rematada con un ático que nos recuerda una corona, exhibiendo un conjunto escultórico compuesto por Apolo junto a la poesía y la música, las dos artes que componen la ópera.
La fachada del palacio Garnier se distingue por sus arcos en la parte baja y sus columnas, unas más monumentales que otras. Y a los costados se muestran los dos pabellones de entradas especiales, uno para el emperador y otro para los abonados.
Además, las estatuas doradas simbolizando la poesía, la música, la danza y la lírica son deslumbrantes y los bustos de aquellos compositores que llevaron la música a la Ópera Garnier le añaden un elemento decorativo muy bien equilibrado a la fachada.
Este vestíbulo circular, llamado la Rotonda de los Abonados, situado exactamente bajo la sala de espectáculos, servía para acoger a los espectadores o abonados que llegaban en coche. Por ello su nombre, era el recibidor de aquellos que tenían palcos alquilados todo el año. El suelo está adornado de magníficos mosaicos de mármol.
En el eje central de la Rotonda, se encuentra La Pythonisse. En la mitología griega, Pythie era la sacerdotisa de Apolo, simbolizando a través de esta figura mitológica la fuerza, la influencia y la nobleza del Arte lírico, es decir, mostrar sobre escena el destino de los hombres.
En cuanto se llega a la gran escalera, es inevitable pensar en todas esas películas donde se muestran fiestas extravagantes, llenas de damas con sus elaboradas pelucas y sus vestidos suntuosos, acompañadas de sus caballeros, todos de noble linaje.
Subir por la gran escalera que une los dos niveles es una gran experiencia. De hecho, según dijo el propio Garnier, afirmando que era esta escalera su gran obra dentro del palacio:
“La Ópera es la escalera, al igual que los Inválidos son la cúpula y Saint-Etienne-du-Mont es el púlpito. No me quejo en absoluto de esta condensación en un punto, que puede bastar para cubrir de gloria a un arquitecto, al igual que ganar una batalla puede bastar para cubrir de gloria a un general”.
De ambos lados del Bassin de la Pythie comienzan los brazos de esta espectacular escalera de doble hélice. La utilización del mármol blanco para sus peldaños, el rojo de las balaustradas y el verde del mármol de Suecia resalta su riqueza.
Un dato curioso es que los peldaños de esta escalera son bajos y espaciados por varias razones. La primera, para que las damas pudieran subir las escaleras más fácilmente con sus vestidos tan entallados y opulentos. De esta forma, se alargaba el trayecto lo suficiente para cumplir con el objetivo, dejarse ver. Podían tardar hasta una hora en llegar al palco.
En la subida, se observan una serie de estatuas de bronce magníficamente labradas. El techo de esta gran escalera es una verdadera obra maestra. Está compuesta por cuatro pinturas y ninguna de éstas, están pintadas en la bóveda, sino en tela adherida a la superficie.
Las obras que se encuentran en la bóveda de la escalera son: “El triunfo de Apolo”, “Minerva combatiendo la fuerza bruta ante el Olimpo reunido”, “El encanto de la música” y “La ciudad de París recibiendo el plano de la nueva Ópera”. Todas ellas son obra de Isidore Pils que terminó su alumno George Clairin.
En el último paso de la escalera está la puerta que permite el paso a la orquesta. Custodiando la entrada, a ambos lados de la misma, se encuentran las figuras de la “Tragedia” a la derecha, sosteniendo una espada y la “Comedia”, a la izquierda que sostiene un arpa. Sobre la puerta, se observan dos niños que descansan sobre el escudo de armas de París.
El Palacio Garnier cuenta con la Biblioteca Museo de la Ópera, conteniendo obras de incalculable valor. Desde 1935, es uno de los emplazamientos de la Biblioteca Nacional de Francia. Fue creada en 1866 a fin de asegurar la conservación de los documentos que poseía la Opera desde 1669, que incluían: testimonios musicales y archivos de la actividad de la Ópera y de la Ópera Cómica y otros documentos del teatro lírico y de la danza y el circo.
Otro espacio deslumbrante es la Gran Sala o Le Grand Foyer. Garnier la concibió como un lugar de paseo para los espectadores durante el entreacto. En esta galería, hay una gran abundancia de esculturas, dorados, pinturas y lámparas. Al parecer, Garnier se inspiró en las galerías de los castillos de la época.
La Gran Sala es alumbrada por diez lámparas del tipo araña y los techos tan ricamente pintados y decorados son obra de Paul Baudry. Este pintor francés, fue uno de los más célebres representantes del academicismo durante el Segundo Imperio.
El Avant Foyer o Foyer de los Mosaicos es otro magnífico espacio que exhibe el Palacio Garnier de París. Desde los mosaicos que se observan en su suelo, hasta sus techos ricamente decorados con pinturas murales y detalles en pan de oro, sus columnas y molduras magníficas transmiten una ostentación difícil de superar. Definitivamente, los “foyers” o vestíbulos en los que los espectadores paseaban durante los entreactos, cumplen muy bien su función.
Presentamos la vista exterior de la sala de espectáculos desde el piso superior del Palacio Garnier. Aunque no pudimos entrar, la sala está decorada en tonos rojos y dorados, e iluminada por una enorme lámpara de cristal. Es una sala de un tamaño pequeño si lo comparamos con el tamaño del edificio y cuenta con 1,900 asientos de terciopelo rojo.
Para finalizar este extenso artículo, mostramos parte del vestuario de obras importantes que se exhiben en el Palacio Garnier. El de la derecha es el vestuario utilizado en Raymonda Acto III, (ballet en tres actos), Ópera Nacional de París, 5 de noviembre de 1983. El segundo, de la izquierda, Piège de Lumière, Un moustique (un mosquito), Ópera Nacional de París, 8 de abril de 2010. Otro dato curioso es que el Palacio Garnier sirvió de inspiración para la creación de una obra muy famosa, el Fantasma de la Ópera.
Como siempre recomendamos, es más conveniente comprar por internet los boletos por adelantado. La ventaja que tiene, específicamente en el Palacio Garnier, es que no hay una hora determinada para la visita. Se puede llegar allí con boleto en mano, el día escogido durante las horas de apertura.
Fuentes consultadas:
https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%93pera_Garnier
https://www.paris.es/opera-garnier
http://www.guiapracticaparis.com/opera-garnier.php
https://buendiatours.com/es/guias/paris/opera-garnier
https://es.france.fr/es/paris/articulo/el-palacio-garnier-opera-nacional-paris