Si visitas Madrid y no llegas a la Puerta de Alcalá, te pierdes de uno de los símbolos más representativos de la capital española. Carlos III organizó un concurso para seleccionar el diseño de una puerta que sustituiría una del siglo XVI y que se convertiría en símbolo que conmemoraría su entrada en Madrid como rey. El diseño ganador fue de Francesco Sabatini, construyendo la Puerta de Alcalá en 1778. Está considerada Monumento Histórico-Artístico, pertenece a una de las cinco puertas reales que daban acceso a Madrid.
Su estilo es neoclásico y vino a convertirse en el primer arco del triunfo que se construyó en Europa tras la caída del Imperio Romano. En cinco ocasiones ha sido restaurada, respetando siempre el origen de los materiales y manteniendo intactos hasta los impactos de proyectiles.
Lo que hace más interesante a la Puerta de Alcalá es que cada lado es diferente. Aquí te presentamos las fotos que tomamos y lo prueban. Los elementos decorativos son diferentes según el lado desde donde lo observes, tanto en el interior como en el exterior. El lado exterior mira al este, es por aquí que los viajeros accedían al llegar a la ciudad, y por el otro lado, el oeste, era observado cuando se marchaban de la ciudad.
En su fachada interior, figuran las cuatro virtudes cardinales (Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza) talladas en piedra caliza, contrastando su estilo barroco con el neoclásico de la puerta. De las diferencias más notables está que en uno de los lados la Puerta presenta diez semicolumnas de estilo jónico, mientras que por el otro lado se observan dos columnas acompañadas de pilastras. Además, por un lado vemos unos escudos heráldicos coronando la Puerta, mientras que por el otro, vemos unas esculturas de unos niños.