Inaugurada en 1919, la Estación Ferroviaria de Toledo fue declarada “Bien de Interés Cultural”, con la categoría de monumento el 21 de noviembre de 1991. Es obra del arquitecto Narciso Clavería y su estilo es neomudéjar. Para su construcción se usó ladrillo, piedra, hierro y cemento. Fue restaurada en el año 2005 con la llegada del tren de alta velocidad. Se encuentra al este de la ciudad.
El edificio de viajeros se compone de un pabellón central y dos alas laterales de menor altura. Toda la estructura está decorada con arcos polilobulados y almenas escalonadas en la parte superior. Cinco puertas permiten acceder al vestíbulo que cuenta con una buena muestra de la artesanía y orfebrería toledana: mosaicos de azulejos, celosías, taquillas y lámparas forjadas. En uno de los extremos se encuentra la torre del reloj que fue ampliamente restaurada. Se recolocó también la valla histórica de la estación, obra de Julio Pascual, que también goza de la consideración de Bien de Interés Cultural.