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Las Aceñas de Olivares de Zamora, España

Una visita a la ciudad española de Zamora de seguro debe incluir llegar a sus Aceñas de Olivares. Se trata de un conjunto de molinos de origen medieval situados a lo largo del cauce del río Duero, que marcaron el inicio de la producción de la harina de trigo en esta ciudad.

Durante la Edad Media, era común encontrar numerosas aceñas a lo largo de las riberas de los ríos zamoranos, aprovechando la fuerza motriz de las corrientes. La documentación antigua que describe estos mecanismos asigna la denominación de «aceña» a aquellos que operan en ríos de gran caudal, reservando el término «molino» para los situados en cauces de menor caudal. Por tanto, es correcto referirse a los de Zamora, ubicados a orillas del Duero, como aceñas. La construcción de estos ingenios constituía no solo un reto arquitectónico, sino también uno tecnológico para la época. En ese periodo, siglo X, poseer una aceña era símbolo de poder dentro de una comunidad.

Las Aceñas de Olivares deben su nombre al antiguo Arrabal de Olivares, donde fueron construidas. La primera referencia escrita sobre ellas data de finales del siglo X, y alcanzaron su apogeo en el siglo XIII. Se erigieron hasta siete ruedas para la molienda del trigo, complementadas por sus respectivas presas o azudes. Las aceñas no eran propiedad de una sola persona, sino que su construcción, mantenimiento y su producción de harina de trigo eran responsabilidad de una comunidad. Generalmente, estas comunidades eran religiosas, encargadas de proporcionar divisas a los arrendatarios. En este caso concreto, el propietario era el Cabildo Catedralicio, que también poseía las aceñas de Pinilla, conocidas como las Aceñas del Cabildo. La asignación de las aceñas a órdenes religiosas era una práctica habitual, autorizada por el rey, estatus que se mantuvo hasta la desamortización de Mendizábal. A lo largo de los años, han experimentado diversas reconstrucciones y, en el siglo XIX, perdieron la función de molinos.

Después de una exhaustiva y meticulosa restauración, las Aceñas de Zamora, fueron inauguradas en julio de 2008. Gracias a este proceso, se ha recuperado no solo su arquitectura original, representada por las tres aceñas y los ingenios que justifican por sí mismos una visita, sino que también se ofrece a los visitantes y habitantes la oportunidad de caminar junto al Duero, escuchar su fuerza y disfrutar de sus vistas. Es aquí donde se alberga el Centro de Interpretación de las Industrias Tradicionales del Agua.

En la primera aceña, conocida como “La Primera”, completamente reconstruida, alberga la recepción de visitantes. En esta se ilustra la importancia de los ríos como cuna de las civilizaciones, el origen de Zamora, las primeras referencias sobre las Aceñas de Olivares y los fundamentos de la tecnología molinera.

En la segunda aceña, denominada “La Manca”, se examinan los recursos económicos que proporcionaba el río, la vida en la ciudad durante la Edad Media, los diferentes tipos de molinos hidráulicos y la organización social y laboral en las Aceñas.

Por último, en “La Rubisca”, se narra la evolución de Zamora en el Siglo de Oro y el desarrollo de las Aceñas y el barrio de Olivares hasta el siglo XX. En estas aceñas se han reconstruido un martillo pilón, un batán y un molino, respectivamente. La parte superior se ha destinado casi en su totalidad a museos.