La luz del sol comenzaba a asomarse entre la cortina de la ventana de nuestra habitación temprano en la mañana, mientras aún perduraba la gran satisfacción y alegría de haber visitado la Alhambra el día anterior. Un nuevo amanecer que anunciaba que aún faltaba Granada por ver, visitar y descubrir.
Salimos por la Plaza Nueva y cruzamos a la Plaza de Santa Ana, para tomar rumbo hacia la Carrera del Darro. Pasamos delante del Tribunal de Justicia y continuamos hacia la Fontana del Toro. Caminamos por la calle en “zig-zag”, deteniéndonos constantemente para disfrutar esta parte del Albayzín. Nos encontrábamos a los pies de la Alhambra, que vigilaba nuestros pasos desde la altura.
Paseamos por el Museo del Perfume, la Iglesia de (San Gil y) Santa Ana, y en el Paseo de los Tristes, nos detuvimos en los puentes de Espinosa y Cadi. Entramos al Bañuelo, la Casa de Zafra y contemplamos la Iglesia de San Pedro y San Pablo, y muchos más. A la vuelta, nos esperaban más tesoros que nos ofrecía Graná.
Donde se encuentran las calles Gran Vía de Colón con la de los Reyes Católicos nos esperaba la Plaza de la Fuente de Isabel La Católica (y Colón). Luego, por la estrecha calle de Estribo llegamos por el costado de la gran Catedral de Granada, encontrando la Capilla Real. Antes de entrar a este recinto santo, visitamos este casco histórico tan maravilloso.
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Paseamos por la Plaza de las Pasiegas y justo allí, 
y con la entrada de la Catedral a la vista, nos tomamos un café para luego descubrir el Arzobispado y la Plaza Alonso Cano. En los alrededores, encontramos la Universidad y la Iglesia de Santos Justo y Pastor, volteando por la Plaza Romanilla. No podía faltar el Monumento al Aguador.
Nuestra visita a la segunda catedral más grande de España fue espléndido. Sin embargo, fue la Capilla Real la que nos robó el corazón.
La morada final de los Reyes Católicos era sencillamente grandiosa. La experiencia de bajar por unas escaleritas y encontrarnos la cripta abierta y ver los féretros de los Reyes Católicos, acompañados por los esposos Juana I y Felipe I, además del infante Miguel, fue sorprendente. Su museo es otra maravilla donde se expone las vestimentas utlizadas por los reyes y otros recuerdos de un reinado histórico. Todas estas bellas imágenes quedarán grabadas en nosotros para siempre. Tuvimos la satisfacción de tomarnos todo el tiempo que pudimos en la Capilla Real para recordar cada rincón y cada detalle. Importante era sentarnos a contemplarlo, ya que no tendríamos recuerdos fotografiados de su interior, al no ser permitido. Son muy estrictos con esa norma.
Llegó el momento de tomar el Bus hacia la estación de Antequera – Santa Ana (en ese momento, había labores sobre el tramo de tren desde Córdoba) para luego abordar el AVE hacia Madrid, con lo que comenzaba el regreso a nuestra isla, Puerto Rico.
Nos fuimos de Granada, cumpliendo nuestro sueño, ver su grandeza.