Si al ver a lo lejos a la Alcazaba de Málaga, pensábamos que era un edificio fortaleza monumental, al entrar confirmamos eso y mucho más.
En este Palacio fortaleza, se unen la historia y la belleza, todo en un mismo recinto. Como estructura militar, es la obra más importante musulmana conservada en España y uno de los monumentos históricos que hay que visitar. De todas formas, desde cualquier punto del casco histórico de Málaga se puede observar, a manera de recordatorio de que debe ser visitado. No hay manera de escaparse.
La Alcazaba que hoy conocemos es, básicamente, una construcción del siglo Xl, pues aunque haya soportado todo tipo de intervenciones, su estructura perimetral y características externas no se han visto alteradas en sus novecientos años de existencia.
Su nombre al-Qasba (Alcazaba) viene a significar fortaleza urbana o ciudadela y está situada en la ladera del monte Gibralfaro. Su posición estratégica la hizo atractiva para ser habitada por civilizaciones antiguas. Los fenicios fueron de sus primeros habitantes, estableciéndose en el monte hacia 600 a.C. Luego llegaron los romanos que se ubicaron en sus alrededores, en la ladera sur, donde aparecieron restos de una villa romana y también instalaciones industriales para la salazón de pescado. Además, otra de sus aportaciones fue el teatro romano construido en el s. I, que hoy podemos observar a los pies de la Alcazaba. Durante la época islámica la Alcazaba fue construida inicialmente como fortificación para después convertirse en palacio-fortaleza, sede del gobierno de la ciudad.
Historiadores musulmanes afirman que fue el rey de taifas bereber de Granada, Badis ben Habús, quien ordenó construir la Alcazaba entre los años 1057 y 1063, utilizando para su embellecimiento columnas y capiteles del teatro romano adyacente. Los Almorávides irrumpieron en ella en 1092 y los Almohades en 1146. Posteriormente, en 1279, es rendida la ciudad a Muhammad II Ben al-Ahmar y pasa a formar parte del reino Nazarita.
Como edificación nazarí, conjuga a la perfección las necesidades de defensa y la belleza de un palacio árabe organizado a base de patios rectangulares y crujías en torno con sus jardines y estanques. En el interior de sus estancias, se juega con la luz y la sombra, un elemento muy de la tradición de la arquitectura granadina.
Los Jardines de la Alcazaba de Málaga completan con su belleza esta fortificación militar y el contemplar el mar desde su altura, aporta aún más a su belleza. Son jardines que ofrecen un respiro al mundo ajetreado que vivimos, que producen calma y paz a todo aquel que los visite. En estos jardines podemos contemplar desde las luces y sombras que se producen a los largo del día, su gran riqueza botánica propia de la zona, el color que aportan sus flores, la belleza de la composición y estructura de cada jardín, sus fuentes y estanques y hasta las aves que se acercan para refrescarse y beber de ellas.
En cuanto a la Torre del Homenaje de la Alcazaba, está levantada sobre un zócalo construido con mampostería e hiladas de ladrillos y sus muros levantados en ladrillos también. La Torre se encuentra en el extremo superior del recinto superior, protegiendo el área palatina y la zona de servicio. Se indica que originalmente era de planta cuadrada y de grandes dimensiones, quedando gran parte de la torre en ruinas. En época nazarí se envolvió la torre de época taifa de planta menor, para elevarla y hacerla más fuerte y poderosa. La Torre del Homenaje de la Alcazaba, cierra el recinto superior en un ángulo sur-este.
Los cien años que duró el Califato significó un período de prosperidad donde Málaga retomó su importancia como ciudad costera y puerto, como lo fue en otros tiempos.
La Alcazaba de Málaga sufrió reconstrucciones continuas, algunas hasta en el siglo XX. Actualmente, el visitante puede disfrutar de muestras arqueológicas expuestas de gran importancia. Los invitamos a conocer y disfrutar de esta edificación monumental de valor incalculable, no solo para Málaga, sino para el mundo.